viernes, 25 de julio de 2014

Purple Comics Nº 3

Revista formato 14,5 x 20 cm, 46 páginas + tapa, blanco y negro, tapa y retiraciones color, encuadernado rústico. Autores varios. Editado por Purple Books. Blog original: http://purple-comics.blogspot.com.ar/ Sitio actual: http://comicspurple.com/
Cuando sumás talento, te salen tapas bellamente diseñadas como ésta.
¿Qué onda?
Purple Comics es una suma de voluntades basada en una inusual receta que mezcla los siguientes ingredientes:
Autores jóvenes, talentosos y frescos: 1 puñado.
Espíritu fanzinero de antología como modo de sumar mangos para poder publicar: 1 kilogramo
Mente maestra que mueve los límites más allá del ghetto fanzinero de salir cada vez que se junta el mango y las ganas de terminar la historieta: 1
Diseñador gráfico que la tiene clara: 1
Bolas para sacar algo diariamente aunque no necesariamente te paguen: 1 MONTÓN
O sea, agarrás la típica antología de fanzineros, le clavás esteroides, laburo a conciencia y atención a los detalles, y sacás tres números de historietas en papel y 15 revistas electrónicas en el transcurso de un año.
Producido por Mariano Sciammarella y dirigido por Lea Caballero, Purple Comics sale primero como blog al estilo de Historietas reales, con una serie distinta por día dando entregas semanales; luego sale como revista electrónica, descargable en el sitio arriba indicado, y como parte del propio plan de Lea y sus secuaces, en papel, a períodos regulares, cumplidos tipo reloj suizo durante el 2013.
Lo que hacen estos pibes, la mayoría de ellos más jóvenes que yo, me hace decir "cuando sea grande, quiero ser como ellos".
¿De qué se trata?
Purple Comics es una de las antologías más parejas en calidad que me ha tocado leer. Si han leído mis reseñas anteriores, habrán visto que, en general, las publicaciones que reúnen material de autores varios tienen altibajos. Y no es un tema de estilos. Purple Comics tiene dibujos de 5 autores con estilos propios, dos de ellos emparentados con el manga, pero separados del estilo puro yendo por caminos gráficos diferentes entre sí. Ninguno decepciona.
Por supuesto, nunca nada es rosa, y no voy a evitar observar cosas, pero sepan que mi detallismo rompepelotas no logró mellar mi experiencia como lector en lo absoluto.
Ahora, a las flores y las castañas, mis amigos. Las piezas incluídas en este número son:
Mad Hawk, Rain Maker, capítulo final, por Lea Caballero
El autor de Yo Nen y Cielo despunta el mash superhéroes/manga en el episodio final de este arco de MadHawk. Ciudad Cromática tiene la injustificada fama de esconder un fabuloso y mítico tesoro y es atacada por criaturas y villanos con regularidad merced de esta causa. Rain, el alado protagonista se enfrenta a una horda de hombres de lava, invencibles por número y por la imposibilidad de apagarlos con meros chorros de agua. Rain provoca un diluvio que inunda la ciudad con proporciones catastróficas para tratar de apagar y drenar a los enemigos y salvar así a la ciudad y a sus habitantes. Si te parece peor el remedio que la enfermedad, podés estar en lo cierto, pero Ciudad Cromática tiene un héroe que no suele tomar crédito: su gente. No te digo que Lea resuelva el entuerto con la elegancia del James Bond de Sean Connery, pero se las rebusca no solo para justificar que una inundación hecatómbica no acabe con la ciudad ni con sus habitantes, sino también para aprovechar la situación para dejar abierta la puerta a un nuevo villano, esta vez uno en el sentido clásico del villano del comic yanqui.
Gráficamente, Lea la tiene clara y en las escenas grandes se destaca su calidad. Una splashpage y una doble splash con viñetas insertadas muestra cómo debe dibujarse una ciudad inundada y el oleaje de tormenta.
Crónicas de tinta "La Sangre es más espesa que la tinta", por Marce Martí.
La chica que de día labura en una imprenta y de noche aprovecha su poder de transmutarse en una etérea masa negra líquida que se mueve entre las sombras, investigando misteriosas muertes en plena calle, bajo el nombre de La Tinta. La Tinta está llegando al meollo de su investigación y se topa con un adversario inesperado y más interrogantes que respuestas. El dibujo parece perder un poquito de fuerza al imprimirse en este formato. En la versión web, esas mismas tramas de grises se ven mejor, aún en las viejas pantallas CRT, pero es un detalle. La historia fluye, la intriga crece y uno queda con ganas de más, que es lo que esta revista quiere, al fin y al cabo.
Jellykid, Hero time, por Franco Viglino.
Si no sos del palo de los superhéroes, difícilmente entiendas que un nene de la calle que vive en la casilla abandonada de los guardavidas de una playa encuentre una especie de gorro de baño mocoso como una aguaviva y en vez de tirarlo a la basura se lo ponga, adquiriendo increíbles poderes marinos. No solamente eso, tampoco entenderás que apenas adquiridos esos poderes, el pibe los use como si hubiera nacido con ellos. Si sos del palo, sabés que eso es normal. Y si sos lector de Max King Comics!, sabés que hay leyes científicas que explican estos fenómenos. Se trata de la Ley de Broome-Kane, que explica que todo poder recién adquirido es utilizado instintivamente en la primera ocasión en que se requiere y recién luego de eso, la mente conciente empieza a procesarlo y a comprenderlo, y el aprendizaje comienza casi de cero.
Viglino tiene un estilo mangoso mucho más cercano a lo que uno entiende como manga que Lea Caballero. Si yo supiese algo de estilos de manga, de seguro les diría exacto qué autor influye a cada quién, pero no es el caso. Y la verdad, poco me importa, porque los dos dibujan muy bien y lo que hacen me gusta más que la mayoría de los mangas que he tenido la chance de chusmear. Jellykid está saliendo de ese estado que describe la Ley de Broome-Kane y acaba de salvar a un hombre y a su hija de un incendio en la embarcación del pescador. En gratitud, el hombre lo lleva a su casa, una casa bastante grande, justificada en que el hombre trabaja en el faro y transportando cargas entre las islas (la historia ocurre en un archipiélago). Cuando el pibe está instalado y finalmente se cambia la ropa (deja la camiseta del Niupi, referencia a Captain Tsubasa para los del palo del manga) cuando es llamado por una voz de regreso al mar. Allí es donde Oliver (como Atom, más referencias a Captain Tsubasa) vuelve a calzarse la gorra que le da sus poderes y nada al encuentro de su Abin Sur, de su OA, de su consejo de Maltusianos, la Mother Jelly, que le va a explicar al pibe por qué fue elegido para ser el Jelly Kid, el pibe aguaviva. El dibujo es impecable, con un preciso balance entre grises manuales y tramados mecánicos. Hay dos splashpages en esta historieta que son joyas gráficas. Entre esto y lo de Lea Caballero, me compro cinco sombreros para poder ponérmelos y sacármelos uno por uno saludando esta calidad. En serio, muchachos, se pasan.
35, Tierra, por Diego Bo Fernández.
En un mundo posapocalíptico, 35 es uno de muchos guerreros creados genéticamente al que envían desde la supuesta última ciudad de la civilización humana para explorar "el yermo". La idea no es que pase los límites del yermo, sino que los habitantes de la ciudad no tengan nunca esperanzas reales de abandonar esa ciudad aíslada de la supuesta raciación imperante fuera de la cúpula. El guión hasta aquí deja muchos espacios vacíos para que los llene el lector, tira poca información y mucha acción, y el dibujo tiene dos cosas que, sin bajar la calidad general de la revista, le bajan contundencia al talento latente de Diego: las tramas mecánicas son más grandes que las de cualquiera de las otras historietas del número, lo que molesta un poco, y el dibujo es demasiado limpio para el estilo, y para el blanco y negro. Hay escenas donde los cuerpos no se ven tan naturales y si alguien es neurótico de la anatomía marcará algunas poses incompatibles con la figura humana, pero yo no dudo que Diego Bo puede llegar a ser bueno. Lo que aparece en cada viñeta se entiende y eso es mucho, si tenemos en cuenta algunas de las últimas reseñas que hice. No muchos dibujan tan bien las manos abiertas, aunque se le nota que los puños le cuestan (paradoja, ya que a los que dibujamos mas o o menos, los puños nos salen, coherentemente, como piña, y las manos abiertas nos cuestan).
Le Fadet, El relato final del bosque, de Fer Gris.
Quería conocerla en persona, pero Fer Gris se mudó al sur y no suele estar en ninguna de las apariciones de la troupe de Purple Comics. No siempre se encuentra uno a una dama que dibuja fantasía medieval, con sus caballeros de armadura y las espadas, y las brujas, y los duendes, y las imágenes oníricas y mágicas. La historia del caballero que se enamora de la ninfa y gana la eternidad en el bosque mágico del Fadet acaba cuando el caballero, que había sido retenido en el bosque por la belleza de un hada, debe defender el bosque de un cazador. A veces, Fer me recuerda a Alcatena, aunque ciertamente Gris usa muchas menos rayitas (Quique ranquea atrás de Brian Bolland en la lista de dibujantes que más rayitas hacen cuando arman las tramas) y a veces la belleza de las imágenes radica en la limpieza del trazo. Una buena coronación para un gran número.
¿Quién debería comprar Purple Comics Nº 3?
Además de los que ya compraron los números anteriores, Purple es una balanceada antología de aventura y superheroísmo, con espacio para agregar géneros y talento para tirar al techo, bien editada y muy bien producida. No solamente hay que comprarla, también hay que bancarla, porque el proyecto de Lea para este año es sacar un libro a todo culo con mucho, pero mucho material. Es más, han armado un proyecto para juntar la guita para llevarlo adelante mediante Crowdfunding, lanzado en Idea.me (AQUÍ) No solamente recomiendo conseguir la revista, sino también apoyar a este libro que ya tiene una hermosísima tapa dibujada nada menos que por Salvador Sanz (Angela Della Morte, Catzole). Papa fina, hay que bancarlos.

MAX KING

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